Cuando un ser querido atraviesa una enfermedad, muchas personas dan un paso adelante para acompañarlo. A veces lo hacen por amor; otras, porque no hay nadie más o porque faltan recursos para contratar a un cuidador profesional. Así, sin buscarlo, se convierten en “cuidadores informales”: familiares, amigos o vecinos que asisten a alguien que no puede valerse por sí mismo, sin recibir una remuneración por ello.
Cuidar es mucho más que estar presente. Es asistir a la persona enferma desde cuando necesita ayuda para ir al baño o vestirse, hasta cuando necesita tomar su medicación. También, acompañar en las visitas médicas y preocuparse por su higiene, su alimentación y sus emociones.
Se trata de un trabajo real —aunque muchas veces invisible— que demanda tiempo, energía y puede tener un alto costo emocional para quien lo ejerce. Diversos estudios muestran que entre el 30 y el 80% de los cuidadores informales sufren sobrecarga física y mental, lo que puede derivar en agotamiento, estrés o depresión. La intensidad depende del tipo de enfermedad y de los recursos disponibles para sobrellevarla.
Tareas desgastantes
En Argentina, una encuesta reciente realizada en Corrientes (publicada por la Universidad de Córdoba en 2024) mostró que el 82 % de las personas cuidadoras eran mujeres, con una edad promedio de 43 años. Dedicaban unas 14 horas diarias al cuidado, durante un promedio de casi tres años. Casi la mitad manifestó una sobrecarga intensa.
A nivel internacional, un metaanálisis realizado en 2022 sobre 5034 cuidadores de 23 países identificó que las tareas más agotadoras son aquellas que exigen supervisión constante —como ocurre en casos de demencia o psicosis, donde puede haber alucinaciones, delirios o conductas desorganizadas—, junto con la necesidad de coordinar múltiples sistemas médicos, sociales y legales, algo que requiere atención permanente y suele resultar emocionalmente desgastante.
Impacto en la calidad de vida
Quienes asumen este rol suelen atravesar una combinación de fatiga física, alteraciones del sueño, dolores corporales y tensión muscular. A esto se suman síntomas de estrés, ansiedad o depresión, y sentimientos de soledad, aislamiento y preocupación permanente por el futuro o por la persona cuidada. En muchos casos, el propio cuerpo empieza a pasar factura: se deteriora la salud general y la calidad de vida.
A la carga emocional se suma, muchas veces, la económica. El tiempo que requiere cuidar puede llevar a reducir la jornada laboral, cambiar de empleo o incluso abandonar el trabajo para poder acompañar al otro.
Para evitar este impacto, es muy fundamental que el cuidador pueda preservarse. Las siguientes recomendaciones están inspiradas en guías de autocuidado de asociaciones de salud mental, pero son aplicables a otros escenarios de cuidado prolongado.
- Pedir ayuda cuando sea necesario. Compartir responsabilidades y buscar relevo aunque sea por pocas horas, suma.
- Tomar descansos regulares. Programar micro-descansos diarios (un paso o cambio de actividad) y, cuando sea posible, pausas más largas (relevo por otro familiar o servicio).
- Mantener algún tipo de actividad física y una alimentación saludable.
- Dormir todo lo que se pueda. Intentar una rutina de sueño estable en un ambiente adecuado.
- Cuidar la mente. Mantener el contacto social, los hobbies gratificantes, participar de grupos de apoyo y considerar la terapia
- Consultar al médico regularmente. No descuidar los propios chequeos y tratamientos.
- Evaluar las propias capacidades y fijar límites. Cuidar no significa asumirlo todo.
El cuidado informal cumple un rol clave en la salud y el bienestar de miles de personas, pero también exige políticas y redes de apoyo que protejan a quienes cuidan. Visibilizar su labor, brindar acompañamiento y promover espacios de contención es fundamental para evitar el agotamiento y mejorar su calidad de vida. Cuidar al cuidador también es una forma de cuidar al paciente.
Fuentes: Artículo “Nivel de sobrecarga de los cuidadores principales en Instituciones Públicas de salud de Corrientes capital”;Artículo “Caregiver Tips: How to Take Care of Yourself While Caring for Someone With Alzheimer’s”; Estudio “Caregiver Burden and Prevalence in Mental Illness: A Meta-Analysis” Reporte Alzheimer’s Association; Estudio «Prevalence of depression, anxiety, burden, burnout, and stress in informal caregivers”.




